Pero os reproduzco casi la totalidad del artículo, especialmente dedicado a Albert.
Hoy, sin embargo, llega el momento de volver a sacar los colores a los japoneses. Durante el lanzamiento de la nueva consola de Sony mi pregunta a cualquier trabajador de la compañía que se puso frente a mí fue cómo veían a la consola de Nintendo. La respuesta unánime era que no la consideraban competencia, que jugaba en otra liga y que aquello no tenía nada que ver con ellos. Para Sony, la Wii tenía más o menos la misma relevancia que una tostadora.
Han pasado los meses y tengo unas ganas enormes de volver a preguntar porque, según leo en el navegante, la Wii vende cinco veces más consolas que la nueva máquina de Sony en Japón. "Es el mercado japonés", dirán algunos, pero es que es el mercado japonés, precisamente, donde Sony debería estar arrasando, donde el precio no supone una barrera tan grande. Y no está arrasando. Ni mucho menos.
Imagino que no les importa un pimiento precisamente por eso, porque esto del éxito de la Wii no va con ellos. Ellos están enfocados en la pelea con Xbox 360 a pesar de que en Japón es una pelea más bien simplona. No tanto en EE.UU. donde Sony ha tenido que recortar plantilla —como ya hizo en Europa- para frenar la sangría económica.
El problema de todo esto, por supuesto, está en no considerar a la Wii como competencia porque se dirige a otro tipo de jugador. En la mayoría de los hogares entra sólo una consola, no dos. Y si la familia decide que es la Wii, Sony y Microsoft tienen un problema. Esta historia ya es conocida, porque pasó algo parecido con la PSP, una máquina que tecnológicamente es superior a la DS de Nintendo pero que va arrastrándose por detrás por falta de un catálogo de juegos diferentes, interesantes y divertidos. El mercado tradicional de jugadores está estancado. Para crecer hay que apostar por atraer a nuevos jugadores, o a los que ya habían dejado de jugar.
Los analistas, que tienen respuestas para todo, aconsejan a la compañía que baje el precio y que saque juegos relevantes… un juego, aunque sea, que de una excusa a los jugadores para sacar la cartera y fundirse el dinero que cuesta la máquina. No es fácil porque en los últimos meses ya se han perdido algunos lanzamientos exclusivos. Esto es un círculo vicioso. Si la máquina no vende, mi estudio de programación no va a programar un juego en exclusiva para ti. Y sin juegos en exclusiva las ventas se resienten.
La Wii, por cierto, tampoco está libre de pecado. No se puede vivir toda la vida del éxito de Wii Sport. El catálogo necesita sangre nueva. Hay buenos títulos pero, en mi opinión, ninguno que enganche tanto como el que viene de regalo con la consola.